sábado, 28 de febrero de 2009

LA SEDUCCIÓN DEL MAL

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LA SEDUCCIÓN DEL MAL
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Pertenercer al mundo de los escritores malditos ha sido una gran constante y paradoja a un mismo tiempo, para muchos afamados escritores, quienes han degustado del amargo manantial que ha marcado sus vidas de trepidantes montañas rusas, ya sea de pobrezas y riquezas, de profundas y oscuras caídas así como de importantes y luminosos momentos donde los envolvió una fama rutilante y futil que les dejó la estela del éxito y el reconocimiento, acercándolos hacía una fortuna efímera, el panal de miel y la gloria deseada para cualquier escritor.

Pienso como pensaría entonces ese gran chico homosexual y solitario de New Orleans que se hizo escritor por el aislamiento y alguna vez dijera: “Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse” (Truman Capote). Al parecer algunos le logran sacar partido a sus dones y talentos, pero es el caso de innumerables escritores de todos los tiempos, que en cambio parecen haber purgado antes una especie de expiación por tener que merecer el éxito y la fama, en contraposición a su aparente vida éxitosa, fueron más bien desgraciados, infelices, desequilibrados, adictos a sustancias psicotrópicas como drogas o el alcohol, o simplemente les acompañó durante su existencia una vida marcada por el infortunio, además de algunos otros que llevaron el estigma de Caín, por ser homosexuales o lesbianas, en una sociedad hipócrita que los marginó o los apartó de sí como a la peste.

También me he preguntado por qué siempre me habían gustado tanto, cierto tipo de escritores perteneciéntes a ese contingente particular, nunca los escogí a dedo para leerlos o me interesó siquiera su nacionalidad o procedencia. El primero de ellos que me sedujo fue el escritor Inglés Oscar Wilde, al leer en la adolescencia “El retrato de Dorian Gray”, escritor encarcelado por su condición sexual; después llegaría el francés Marcel Proust, quien analizó y expresó abiertamente su tendencia en su cuarto tomo “Sodoma y Gomorra“, abordando al mismo tiempo el tema de la homosexualidada masculina y femenina. Acierto casual y extraordinario, fue para mi conocer a Proust, que me cambió en cierto modo la vida como aprendiz de escritora. Otro baluarte de exquisita sensibilidad fue el gran poeta checo, Reiner María Rilke, a quien conocí a los 18 años, al leer su libro semi-autobiográfico: “Los Cuadernos de Malte Laurids Brigge”, donde el poeta relata sin tapujos la etapa de su primera infancia, en la cual su madre Sophia Entz, lo vistió de mujer durante sus primeros cinco años, al no poder soportar la muerte prematura de su hermana mayor Sophie, razón por la cual lo llamaría “René”, cuya equivalencia en el francés vendría a ser “renacido”. Nombre que más tarde cambiaría el poeta por el de Reiner. Al leer a Andre Gide en “La Sinfonía Pastoral”, me pareció genial, dotado de una gran sensibilidad y talento. Defendería su homosexualidad en “Corydon” (1924). Por esa suerte de casualidades leí “Al Faro” de la gran escritora Inglesa Virginia Woolf y me fascinó el despliegue extraordinario de imágenes y la maestría técnica de su forma expresiva, compleja y profunda al escribir. En su vida personal tuvo una amante lesbiana, la escritora Vita Sackville-West. Podriamos enumerar a muchas escritoras lesbianas destacadas, Gabriela mistral y su conocida novia Doris Dana, Anmarie Scharzenbach, a quien Thomas Mann bautizaría como "el ángel devastado" y de cuya hija, Erika Mann, se enamoro, siendo posteriormente amante de la mezzo soprano alemana Emma Krüger. Y como no, no olvidemos a la inolvidable y talentosa escritora lesbiana, Patricia Highsmith, autora de: "El Talento de Mister Ripley" y muchas obras más; así como su obra llevada al cine "Extraños en un tren", que Alfred Hitchcock dirigiría.

Entre los muchos escritores que admiré y destacaron, también por su tendencia homosexual, factor que nunca me interesó per ser están el novelista y dramaturgo polaco Witold Gombrowicz, el poeta Hart Crane, quien se suicidó arrojándose al mar. Pero quien demostró un talento singular fue indudablemente, Tennesse Williams, autor de fascinantes melodramas que también se han llevado al cine con extraordinario éxito, como “Un Tranvía Llamado Deseo” (1955), obra que gano el prestigioso Premio Pulitzer de Literatura y fuera llevada al cine bajo la dirección de Elia Kazan y la actuación de Marlon Brandon y Vivien Leigh; “La Gata Sobre el Tejado de Cinc caliente”, escenificada con Paul Newman y Liz Taylor. Recuerdo la bella película que se hizo de su obra “El Zoo de Cristal” (1970), con Kirk Douglas y Jane Wiman; otra película de Williams de mi predilección: “Verano y Humo” (1961), excelente y bella película bajo la dirección de Peter Glenville, con los excelentes protagonistas Geraldín Page y Laurence Harvey; otras obras famosa del escritor llevadas al cine son: “La Noche de la Iguana” (1964) con Richard Burton y Ava Garner; “Dulce Pájaro de Juventud” con Natalie Wood y Robert Redford; y “La Primavera Romana de la Sra. Stone” (1961) interpretada en la pantalla por Warren Beatty y Vivien Leigh. Gran talento para la dramaturgia, pero una vida totalmente atormentada la de Tennesse Williams.

Podemos decir que no todo apunta hacia el gran éxito de producción en estos grandes e imnortales escritores, si al sopesar vemos que fueron bastante desafortunados en otras materias, razón por la cual se hicieron adictos a ciertas drogas, padecieron hondas depresiones y adicciones al alcohol, es el caso de Scott Fitzgerad, quien murió alcoholizado y tomando antidepresivos; Tennesse Williams, fallece por sobredosis de alcohol y drogas, aunque se le encontró en su lecho de muerte atragantado con la tapa de una botella, razón por la cual se barajaron otras hipótesis de su trágico final; Truman Capote, murió por sobredosis al mezclar psicofármacos y alcohol; Edgard Allan Poe, murió alcoholizado y tras andar divagando en sus delirios, por las calles; Malcolm Lowry, poeta y novelista, quien falleciera por la ingestión de alcohol y antidepresivos. La escritora inglesa Virginia Woolf, se suicidaría por temor a la locura inminente.

No sabemos si en ciertos casos tanto el uso de sustancias como las drogas y el alcohol fueron también recursos para buscar la alucinación como proceso creativo, huír de una vida solitaria e infeliz, como en los tiempos experimentales de William Burroughs y algunos de sus seguidores, los integrantes de la llamada Generación Beat, cuyos seguidores se dedicaron a ingerir las entonces llamadas sustancias psicodélicas, como herramientas de conocimiento. De esas épocas se influyeron músicos como Bob Dylan y Patti Smith. Entre sus exponentes están el novelista y poeta estadounidense Jack Kerouac, quien creía poder explicar mejor la mística de las novelas, estando borracho y quien finalmente moriría de cirrosis, por la ingestión de alcohol. Otros miembros destacados de la Generación Beat, son Neal Cassady, verdadero catalizador del movimiento, quien se suicidó arrojándose a las vías del metro en México; Allen Gisnsberg, fue otro de sus exponentes, quien escribía bajo la influencia de distintas drogas, poeta, autor de “Howl y otros poemas”, que empieza crudamente diciéndo al mundo: “He visto a las mejores mentes de mi generación, destruídas por la locura”.

Yo lógicamente no deseo obviar ni olvidar de esta clasificación al poeta, novelista y dramaturgo francés, Jean Genet, hijo de padre desconocido y de una joven prostituta, cuya madre al cumplir un año, lo entregó a la asistencia pública. Auténtico ladrón desde pequeño, autor de “El Milagro de la Rosa” escrita el 46, que publicaría Gallimard en 1951; “Diario de Ladrón“ (1949); “Pompas Fúnebres“ (1947), escribió asi mismo obras para el teatro. Declarado culpable de realizar actos impúdicos (homosexual). Ejerció de ladrón, chapero por toda Europa, mendicidad, falsificador de documentos, carterista, prostituto, delincuente por excelencia. En sus distintas obras deja traslucir una ternura de los delincuentes, impone historias de amor, y hace el retrato de una miseria lírica. Se le ha dedicado algunas películas y canciones. La última película de Fassbinder está basada en una obra suya: “Querrelle de Brest”. Witold Gombrowicz diría de Genet: “convierte la fealdad en belleza”.

Barcelona, 26 de febrero, 2009.