viernes, 18 de septiembre de 2009




MONSIEUR FLAUBERT, C'EST MOI
¿El Idiota de la Familia?
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

En cerca de cuatro mil páginas y en 3 tomos, escritos entre 1971-1972, comprendidos de la existencia de Flaubert entre 1821 a 1857, y en una sobria edición de Gallimard, el filósofo existencialista Jean Paul Sastre, se dio a la tarea de intentar demostrar lo indemostrable, que el gran novelista francés Gustave Flaubert, fuera considerado el idiota de su familia. Todos quisimos ser alguna vez Flaubert, igualar la agilidad de su exuberante pluma, dar en el clavo con el uso de "le mot juste", como lo hizo este gran novelista y padre de "Madame Bovary" y la "Educación Sentimental", entre otras. Escritores como el propio Joseph Conrad, Mario Vargas-Llosa, Tolstoi, Navokov, Henry James y Guy de Maupassant, lo han estudiado e intentado emular su genio y estilo escritural. Georges Perec, se confesó como un saqueador de frases de Flaubert, de su novela "La Educación Sentimental" e incluirlas en la suya llamada: "Las Cosas: Una historia de los años sesenta" y sólo por desear ser Flaubert. Como lo dijera alguna vez el propio Flaubert: "Madame Bovary, soy yo". Él, quien supo meterse indudablemente en la piel de su personaje: Emma Bovary, hasta en el momento crucial de envenenarla con arsénico, narraría después, que padeció de largas y extrañas indigestiones; jamás habría creído que pudiese ser considerado un idiota en su familia, sólo por haber aprendido a leer entre los 7 y 8 años, pero su proceso era distinto muy posiblemente, habríamos que analizar pacientemente, sin embargo, que había dentro de un gran genio como Flaubert, si bien es cierto, fue un mal alumno en su Colegio y fue considerado un vago, porque él tenía su propio mundo, es posible que hoy en día habría sido diagnosticado como un niño con Síndrome de Déficit de Atención, como muchos de nosotros mismos de pequeños, que pareciamos habitar en nuestro propio planeta, ensimismado en algunas nubes, un mundo particular muy propio de los artistas y creadores fantasiosos y más propio de las mentes creativas, que de las prácticas y muy afincadas en tierra firme, más dispuestas a vivir del mundo tangible, que a volar con sueños e imaginarios gravitantes y fantasiosos que poblaron su mente de ensoñaciones lejanas que lo mantenían soñando despierto.

Ya notamos en el filósofo Jean Paul Sartre, un apasionado interés por aquellos artistas y escritores famosos, inteligentes, de vida tormentosa y rebeldes, como Baudelaire, y Jean Genet, caídos en cierto modo en desgracia y cuyas oscuras existencias se impusieron con un brillo inusitado, pese a un sino desgraciado. Gustaba de analizarlos en el marco de una antropología existencial, no exenta de crudeza, como propuestas audaces y no menos polémicas que sin lugar a dudas levanta aún ampollas con "L'Idiot de la famille". Los propios editores de Sartre, juzgan ambigua la relación Sartre-Flaubert, por contradictoria, cargada de antipatías y manifiestas simpatías. Considera a Flaubert, el autor de una cosa, que por otro lado sólo su obsesión le incitó a proseguir escribiéndola.

En el estudio Sartriano saldrían a la luz algunos aspectos del genio, su infancia, su relación con una madre poco afectuosa y un padre tirano, su dificultad con las palabras y su eterno deseo de emular siempre a su hermano mayor, a quien vio como un modelo a seguir.

La novela de Flaubert, "Madame Bovary", fuerte quizás para algunos puritanos de su época, le acarreó acciones legales por un tribunal. A lo que el español Francisco Umbral comentaría: “Al solterón más casto y feo de Francia, al masturbador literario de su prosa, al solitario que sólo vive orgías de tabaco y aburrimiento, en sus paraísos de humo y gramática, se le pone un proceso por inmoral”. Y más aun, ya en el siglo XX, es declarada “pornográfica” por La Congregación del Santo Oficio e incluida en el Índice de los Libros “perversos".

A su vez Jean Paul Sartre justifica su razón para escribir sobre Flaubert del siguiente modo: "

...¿por qué Flaubert? Por tres razones. La primera, completamente personal, hace ya mucho tiempo que dejó de actuar, aunque esté en el origen de mi elección; en 1943, al releer la Correspondencia de Flaubert, sentí que tenía una cuenta que arreglar con él y que para ello debía conocerlo mejor. Desde entonces mi antipatía inicial se trocó en empatía, única actitud requerida para comprender. Por otra parte, Flaubert se ha objetivado en sus libros... ¿Cuál es, pues, la relación del hombre con la obra..? Por último, me pareció que para esta difícil prueba era lícito escoger a un sujeto fácil... Añado que Flaubert, creador de la novela “moderna”, está en el cruce de todos nuestros problemas literarios de hoy. Y ahora, debemos comenzar. ¿Cómo? ¿Por dónde? Poco importa: se entra en un muerto como Pedro por su casa. Lo esencial es partir de un problema..."

Sabiendo que nadie es profeta en su tierra, un genio en las distancias cortas es o será siempre uno más de la especie humana, con sus virtudes y sus defectos, alguien con sus peculiaridades comunes y sus excentricidades quizás, que al fin y al cabo hasta para sus propios allegados, se constituye en un ser querido, pero nada más. Otras historias de famosos escritores avalarían esta tesis. Cuenta Vila-Matas que pese a las grandes afinidades y la gran amistad fraguada entre los escritores Jorge Luis Borges y sus grandes amigos Bioy Casares y su mujer Silvina Ocampo, ésta buscaba mil estratagemas cada vez que Bioy invitaba a comer a su casa a Borges, en cambio, ese privilegio lo habrían anhelado muchos de sus férreos seguidores y admiradores. Oí alguna vez en mi familia, por comentarios veraces, que Borges en persona no deslumbraba en absoluto, como en sus libros, quizas era de aquellos genios que como Flaubert necesitaba tiempo para fluir con admirable contundencia, y parecía en cambio muy silvestre y muy "normalito" en sus tertulias entre amigos. El mismo Franz Kafka, ya sea por inseguridades personales o no, fue publicado y dado a conocer gracias a las diligencias y publicaciones póstumas de sus libros, que le hiciera su buen amigo Max Brod.

Otro caso, quizas de los muchos acaecidos en famosos escritores, es el poco aprecio y valor que le da la propia famila a los escritos de sus allegados. La poeta gallega Rosalía de Castro, encargó a sus hijas que una vez fallecida, quemaran sus poemas, cosa que las hijas realizaron, salvándose por suerte muy pocos de sus valiosos poemas. La hermana de Fernando Pessoa, creería que no era su hermano quien escribía sino otro, tal vez en ello él mismo tuvo parte de culpa, pues tenía varios heterónimos, luego, ya al fallecer el poeta, la hermana consideraría toda la soledad de su hermano y se lamentaría con los años por ello. Se cuenta igualmente que la madre polaca del poeta Apollinaire expresaría alguna vez: "¿Mi hijo un poeta?. Decid más bien que era un haragán. Rostand: ¡Ese sí, que era un poeta!"...

Y volviendo a nuestro predilecto escritor francés, Gustave Flaubert, deseo añadir que nunca se casó, que se dedicó en cuerpo y alma a escribir sus novelas y según Emile Faguet, la única relación sentimental que marcaría su vida y tuviera un real significado para Flaubert, sería la que mantuvo con la poetisa Louise Colet, relación tormentosa e intensa que está preservada en las innumerables cartas que ambos se escribieron a lo largo de diez añós.

Barcelona, 08 de septiembre de 2009.