martes, 3 de noviembre de 2009

IMPOSTURAS CONTEMPLATIVAS


IMPOSTURAS CONTEMPLATIVAS
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Me recuerdo a mi misma ausente en algún itinerario de viajes, sin ganas de abandonar aquel ventanal, del estupendo “Rez-de Chaussé” que nos cobijó en París, con vistas al Sena. Sueño, sí, sueño tantas veces despierta, quien sabe si deseando realizar los sueños que dormida, se tornan incapaces de franquearme sus puertas hacía mundos maravillosos, redondos, y quizás más afines con todas esas cosas que logran completarse al fin y al cabo y van a terminar con todos los caos intempestivos, que suelen asaltarnos y robarnos la paz en un suspiro caprichoso, con visos a perennizarse y conturbar nuestro espíritu. Sueño, para bien o para mal, quizas en los peores lugares del mundo…comiéndome un croissant junto a una taza de lait du chocolat, mientras miro por esas vidrieras, a peatones agitados, subiendo o bajando escalones para llegar a los andenes y coger sus trenes, divago sin sentir las prisas, como si perteneciera a un mundo lejano y mi única labor en este mundo fuera permanecer en indecentes o indecorosas imposturas contemplativas, donde nadie se conoce con nadie y todos somos tan ajenos entre sí…Sueño, que debería decirles algo y que al fin saldré a esa especie de mar a integrarme con ellos, a saberme sus historias y contarles algunas de las razones ocultas que pueblan mis silencios, pensando que tendría que trepar los invisibles muros, que nos impiden llegar hacia el fondo de aquello que realmente somos…Sueño, que nunca sufrí, que nunca perdí, que jamás llegó a borrarse del todo mi sonrisa, que cautiva a algún pintor melancólico y posthumano, porque finalmente quedó allí, en una media sonrisa, en la ironía de mi propio to be, y que nadie se ha preguntado si es producto del desencanto y que suele perturbar a otros tantos seres, porque me creen un tanto carente de modestia, insensible o fría, porque si se tercia mi media sonrisilla breve, se les antoja que es como una burla fina a sus angustias, y al aparente trágico cotidiano que les circunda…Me pregunto si he dejado de sentir lo que ellos suponen y van dando por hecho anticipado, bastaría darme un breve pellizco y despertar de esa apatía y saber que también he llegado a sentir lo que les duele, pero en fin, cada uno esta tan ocupado, en la labor de mirarse el ombligo, que me obligo a pensar en el consuelo de encontrarme, antes de llegar a conocerles.

Sueño, inevitablemente sueño, que algún día llegaré hacía el lugar de mis sueños, mientras tanto sueño despierta en cualquier rincón del mundo…Será por eso que me pierden los Museos, los libros, los viajes, las evasiones premeditadas y también ciertos rincones oscuros y tranquilos, para las meditaciones y la ilusión de estar creando paraísos con los pensamientos-forma. Si la vida hay que vivirla, yo la prefiero soñar también, pero con plena lucidez, con un atisbo de recuerdos y una prodigiosa conciencia de existir, con todos sus detallados imprecisos e imperfectos para contemplar, con toda su gama de incertidumbres y vericuetos absurdos, con sus risas mudas a lo Chaplin, y sus voces trémulas cual susurros en sordina.

Amo los Museos de Arte y grandes Salas de Exposiciones, quizás porque me llevan hacia otros mundos lejanos, hacia el reino de las formas extrañas y colores, que intento descifrar. Paul klee: Un mundo abigarrado y pleno de colores “Una Vista del Jardín”, “Castillo y Sol”, “Paisaje Urbano con Ventanas Amarillas”, “El Puente Rojo”, “Flora en la Arena”, me dejaron una sensación extraña y expectante, tan llena de colores y una magia desconocida. Kandinski: Y sus ecuaciones geométricas, sus fusiones imperfectas, me llamaron mucho la atención: “Tensión Descompuesta”, “En Azul”, “Marco Negro”, “Painting With Border”, “Der Pfeil”, que parece un sueño (a mi juicio, claro está), “Points In The Elbow”, “Blue”, este último casi perverso en sus geometrías litigantes, pero me seducen sus aristas y colores. Delaunay: Se queda en las exploraciones, “Ein Fenster”, es más tranquilo que su impactante colorido en “Ritmo, Alegría de vivir” o “Rhythm, Joie de Vivre”, sus “Formas circulares“ y sus innumerables composiciones de ideas heterogéneas. Yo me quedo con uno, Marc Chagall: Conectó con diversas corrientes del arte, su niñez y sus fantásticas, flotantes y levitantes formas ingrávidas, donde parecen fundirse dos mundos, uno de sueños de algodón de azúcar y otro de pesos y realidad tangible, basta fijarse en sus reiterados estados extraños de conciencia, en las que parecen estar extasiados, inundados en una suerte de embeleso sereno y normal dentro de ese submundo de ambiguedades: “El Cumpleaños“, es magnífico, que sueño y divago, con un cumpleaños así. “Flying Carriage“, ya, pero a la moderna, cuando le pongo el acelerador a más de 120 Km/h, es la única evasión parecida a volar por cuenta propia. “Above The Town” (o, Encima del Barrio), es bello, eso cuando yo era una princesa y esperaba me raptaran, igual, igual, volando ni sé a dónde ni por qué, siempre hacía ninguna parte, eso es seguro.“The Promenade“, (o El Paseo), impactante como la anterior, otra de princesas que salen a pasear, sin saber el rumbo de sus sueños. “The Acrobat”, lo mejor, el besito de su ángel guía, tan surrealista y preñado de una fe desconocida. “The Painter to the Moon”, me inquietó, es singular, tiene ese color de la luna, esa misma ingravidez, más propia de los astronautas que de los pintores afincados en tierra, un encanto ver a ese pintor cuasi levitante e inclinado extrañamente hacia atrás. Amo a un mismo tiempo a las solitarias esculturas, que aguardan con cierta dignidad, y se yerguen como fortalezas sobre sus breves peanas, sin embargo, como mascotas de ojos tristes y mirada lánguida, para enamorar a los visitantes de Museos de Arte y Exposiciones, añorando algo de piedad o compasión, en la agitada vida de los paseantes, quizas alguien que los quiera tocar —contra toda regla museística— sentir su palpitar, su luz, su aliento de vida, sus formas a veces más abstractas, extrañas y desconocidas y otras realistas, remedo de un mundo en pequeño de las infinitas formas existentes de la vida.

Sí, ya esta bien de pinturas y Museos, yo igual seguiré soñando con el mundo de las eternas posibilidades, que no conozco, ni he mirado, pero que sin embargo me poseerá en cualquier momento y lugar. Seguire soñando con un nido cálido como las golondrinas, al volver del África a la cornisa de mis ventanas, cada primavera. Quizás existe la necesidad de soñar con la expresa certidumbre de ir reparando y sanando todo lo que de imperfecto tenga la existencia, para adornar un poco quizas la vida de un Pierrot más bien nostálgico, con ataques de un Spleen perpetuo , antes que risueño.

Barcelona, 02 de noviembre de 2009.