domingo, 12 de septiembre de 2010

REGRESANDO AL SLOW LIFE


LA VIDA EN GRIS
(REGRESANDO AL SLOW LIFE)
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Ahora sé que se terminaron mis prisas, mis carreras inútiles por llegar a esos laberintos, mis impaciencias por lo imposible, me bajo de aquel carrousel de sueños rotos, de aventuras a golpe de caballo, abandono la mágnum 44, con la sumisión y la certeza de que se acabó la guerra, me inunda un cansancio como el peso de los años, los amores y la vida, de los que ahora no deseo saber nada. Quizás todavía circunda un leve olor a pólvora en el aire y los vestigios de la guerra que me torturó y cansó, asoman tras el polvo y la refriega. Quizás he muerto, no lo sé. ¿Quién ha regresado de allí para contarnos lo que es morir? ¿Quién sabe en qué nos convertimos después de una gran contienda dolorosa? ¿Pasaremos a ser fantasmas difusos, divagantes y solitarios?. Como fuere, yo abandono mi instinto de peligrosidad para quedarme en la molicie, para empezar a perder el imperativo del tiempo, el sentido social del deber, la persecución inútil de las ilusiones de insomnes y en exceso concientes, para intentar recobrar mi luz, mi paz, mis condiciones imperecederas y constantes, que por suerte me acompañan aún tras las aparentes derrotas y me mantienen erguida y consecuente con mi propia verdad.

Es una primavera extraña y con lluvia, y yo vivo la vida en gris, porque me alivia, porque quizás así me olvido un poco también de las ilusiones fulgurantes que me producen fotofobias al asomarme al ventanal, porque me dan idea de las tardes de octubre: plúmbeas, cansinas, adormecidas y tan poco excitantes y también silenciosas porque las golondrinas abandonaron ya para entonces sus nidos y se fueron con la música a otra parte, para dejarnos un gran silencio melancólico. Pareciera me equivoqué de estación, pues estamos en abril, y tal vez desentono con aquella efervescencia inequívoca de la primavera, donde la gente gusta vestir con más colores, hablar y reír más, salir y comprar más, quizás para compensar otras infelicidades, para suponer que así resuelve sus problemas y pasan del cartón piedra al papel, donde se puede escribir un poco de todo, como dijera John Locke, en una tabula rasa, lo que sea, si luego se agita le désir de vivre, como el jolgorio de las aves al reverdecer los campos.

Sí, yo me quedo en la antigua caricatura de lo que fuimos, como en la película Pleasantville, en la inocencia y el desconocimiento de las cosas, en el blanco y negro, después de emular a los locos, de intentar vivir a salto de mata, trasgrediendo unas leyes que no se inventaron para mi, después de ir como los kamikases temeraria y peligrosamente, riéndome del mundo, de los correctos y los sabios, e intentar fórmulas bien pensadas de suicidio, para perfeccionar la técnica de desaparecer sin dolor y huir del sin sentido…Me detengo a mirar el día detrás de las cortinas y recuerdo que pedí un día más de prórroga, el día aquel que me sentí morir, con mi sonrisa patibularia, yo misma no lo podía creer, después de tantos coqueteos con la muerte, de ir fraguando y maquinando la fórmula final, deseando caer en la misma tentación de Elías Canetti: “desparecer y no ser encontrado, gran tentación” decía él Nóbel de Literatura, habría sido la gloria…Pero allí estaba yo, acobardada en una hora final, deliberando con mi hacedor alguna posibilidad de permanecer en el lado conocido de las cosas, ¿pero quien sabe cuándo cruzamos el imperceptible velo de los mundos paralelos?…Si te veo y no me ves, si me hablas y no te oigo, si en verdad nos acogieron ya los fantasmas con su estilo de gran envergadura, amable y siempre gris, con bastón y con saludos de bombín, menuda entrada a la vida gris y sin color.

Pero, ya que no debo apresurarme y me acojo al puro estilo del Slow Life me quedaré mirando tranquilamente crecer la hierba, como James Dean en Gigante con la lentitud del tiempo a mi favor, intentando hallar pequeñas grandes bellezas del mundo y de la vida, hasta llegar a encontrar el mundo y su amalgama de color, poder sentir esta nueva primavera y quizas hasta volver a soñar otra vez con irremediables e imposibles, que debería evitar.

Barcelona, 12 de abril, 2010.