sábado, 2 de octubre de 2010

QUIZÁS ALGÚN DÍA


QUIZÁS ALGÚN DÍA
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Parece ser que si no hubiera ocurrido la teoría de la evolución estelar del big bang no sabríamos aspectos del universo plano circundate que nos contiene. Yo, si no hiciera las siestas de la tarde y no estuviera tan extremadamente relajada, no podría saber lo interesante que es la vida. Yo, que nunca moriré del temible Karoshi japonés y me alejo cada vez más de arredrar mi arte del to be y de intentar permanecer con una recia personalidad de hierro, donde se destaca mi modo tranquilo y sereno de ser, que tanto desespera a los artistas exaltados y nerviosos del planeta y han empezado a verme casi como un bicho raro, digamos mejor, una joya opalina y quizás una extraña muestra de diamante escaso o en proceso de extinción, en un mundo de veloz y rauda ebullición en nuestros días…

Quizás sólo comiéndome una cena sienta el gran vértigo y la velocidad del mundo, sin embargo, después necesito saber cosas sobre mi misma y vuelvo a la necesidad pasota del personaje de “The quiet Man”, de Graham Greene, para poder seguir saboreando en profundidad lo que es la vida, guardándome las emociones que desespera tanto a los artistas del big bang, tan explosivo y temperamental. Achaco el cambio a mi favor, a mi espíritu buscador de senderos muy distintos a mi, a algunos Shangri-lás improvisados y que gracias a las meditaciones aquietaron la primigenia mental madness, que progresivamente fuera frenando un antiguo impulso primario y cavernícola de mis primeros años de adolescencencia, algunos que otros excesos imperdonables y con post arrepentimiento, que me robaron la paz y la quietud tan anhelada y opuesta al mundanal ruido, donde la utopía de los paraísos perdidos podría llegar a ser una realidad, incluso con la convicción y la conciencia de vernos a nosotros mismos como una divinidad interna, capaz de desarrollarse en un cuerpo material…Y ser más extraña todavía.

En fin, No hay nada malo en intentar conquistar los senderos desconocidos que quizás por esa ley que nos suele resarcir, nos atrae tanto, y es tan distinta en todo a nosotros. Obrando quizás como una sed desafiante y enigmática, para nuestro espíritu aventurero y fisgón, sin duda.

Mientras puedo y los calores lo permiten, leo a Yogananda, los “Cuentos de Nueva York” de O’Henry, y tengo deuda con “Los “Buddenbrook” de Thomas Man, que mantengo aparcado hasta nuevo aviso y pendiente de renovar en la biblioteca, difícil empresa intentar el milkshake espiritual, la decadencia de una familia, y la aventura citadina y multicolor del cuento corto de O’Henry.

Ahora que me he cobrado una revancha, se me ha quedado más tranquila la conciencia, un espíritu de justicia y algo de malicia tengo al constatar que puede que la justicia tarde pero llega. No es mi estilo ir por la vida cobrándome revanchas, pero vaya, que cierto alivio y airecillo fresco me devuelve a mi tranquila y serena vida. De paso he aprendido una lección: la gente que te adula dura poco, a la primera de cambio te lo quitan todo, por suerte no se puede vivir de vanidad y adulación, menos si viene de gente que iba disfrazada de lisonjas porque perseguía algo muy distinto. De momento yo Vine, vi y vencí, a aceptar que todo mal que se hace se paga, aún sin premeditación y alevosía. Ha de ser una ley de la naturaleza y que repara con creces lo sufrido.

Un veranito más para el relax. Quizás algún día encuentres tu fórmula perfecta para vivir igual que yo…Y mientras sirvo un cava de profunda y añeja historia y te digo: ¡¡Salud!!, damos paso a la esperanza de que quizás algún día tú también llegues a tu nirvana particular

Barcelona, 07 de agosto, 2010.