sábado, 28 de febrero de 2009

AFLICCIÓN DEL POETA SENTIMENTAL

AFLICCIÓN DEL POBRE POETA SENTIMENTAL
(Por Sergio Corazzini)

I

¿Por qué me llamas poeta?
Yo no soy un poeta.
Yo no soy más que un pequeño niño que llora.
Ves: no tengo ya más lágrimas para ofrecer al silencio.
¿Por qué me llamas poeta?

II

Mis tristezas son pobres tristezas comunes.
Mis alegrías han sido sencillas,
tan sencillas que si yo te las confiara, te ruborizarían.
Hoy pienso en morir.

III

Quiero morir, simplemente, porque estoy cansado;
solamente porque los grandes ángeles
de las vidrieras de las catedrales
me hacen temblar de amor y de angustia;
solamente porque yo ya soy
resignado como un pobre espejo melancólico.
Ves que yo no soy un poeta:
soy un niño triste que quiere morir.

IV

¡Oh, no te maravilles de mi tristeza!
Y no me preguntes.
Yo no sabría decirte sino palabras tan vanas,
Dios mío, tan vanas
que me vendrían ganas de llorar como si fuese a morir.
Mis lágrimas parecerían
como un rosario de tristeza que se desgrana
ante mi alma siete veces doliente,
pero yo no seré un poeta.
Seré, simplemente, un niño dulce y pensativo
que se viese obligado a orar como quien canta o duerme.

V

Yo me comunico a diario, recibo el silencio como si fuese Jesús
y los sacerdotes del silencio fuesen los rumores,
porque sin ellos yo no habría buscado y encontrado a Dios.

VI

Esta noche he dormido con las manos juntas.
Y me ha parecido que yo era un pequeño y dulce niño
por todos los humanos olvidado,
pobre y tierna presa para el primero que llegue.
Y desearía ser vendido,
ser golpeado,
ser obligado a ayunar
para ponerme a llorar completamente solo,
desesperadamente triste,
en un rincón oscuro.

VII

Amo la vida sencilla de las cosas.
¡Cuántas pasiones vi deshojarse, poco a poco,
con cada cosa que se alejaba!
Pero tú no me comprendes y sonríes.
Y piensas que estoy enfermo.

VIII

¡Oh, estoy verdaderamente enfermo!
Y muero un poco cada día.
Ves: como las cosas.
No soy, pues, un poeta:
¡sé que para ser llamado poeta es preciso
vivir otro tipo de vida!
Yo no sé, Dios mío, sino morir.
Amén.