miércoles, 25 de febrero de 2009

EN BUSCA DE PROUST



EN BUSCA DE PROUST

(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)


Hace exactamente 21 años que escribí este artículo que se publicó en el diario "La Industria" de la ciudad de Trujillo, Perú. Era un 22 de noviembre de 1987. Algunas alusiones son relativas a ese año y época. Por entonces había deseado encontrarme fervientemente con Marcel Proust, al parecer llegó a mi vida y se quedó conmigo para siempre.
Desde mi primer encuentro con Proust quedé impresionada. Llenó de pronto las expectativas que precedieron a la motivación con la que iba premunida a encontrarlo. Leí con fruición y deleite, mas de una vez su producción y admiré sinceramente al más destacado y excepcional novelista del siglo XX, como lo diera en llamar en 1978 la influyente revista colombiana "Cromos", clasificándolo en una encuesta como el número uno entre diez connotados escritores de este siglo.

Hoy al conmemorarse los 65 años de su muerte. Justo es rememorar como homenaje al hombre que habiendo disfrutado de una vida plácida y mundana se sintiera víctima de su propia angustia y de aquella débil constitución enfermiza, que lo apartó más tarde del común de las gentes, con ese estigma morboso propio de los artistas que van dejando en su obra, su propia vida preñada de luces y de sombras.Al escritor, por destacarse en él el genio sui generis, como pocos que brillaron en el firmamento de las letras.

SU VIDA Y PROYECCIÓN
Marcel Proust nace en París el año 1871. Fue hijo del médico Adrien Proust, quien ocupaba una importante posición en el Ministerio de Salud. Su madre Madame Weil, perteneció a una familia acomodada de judíos franceses.

Marcel Proust padeció de asma desde su infancia. Se cree que este mal tuvo en él causas psicosomáticas, así como su manifiesta hipersensibilidad.La imagen materna fue un elemento preponderante en su existencia, hasta el extremo de creerse que fue un ser incapaz de amar a ninguna otra mujer, hecho que más tarde lo llevara al conflicto de personalidad.

Proust llevó una vida plácida y burguesa, cerca de Chartes. En su casa de campo de Illiers, a la sombra de una tradicional vida francesa de provincia, de cuya época conservó los peculiares matices que volcaría más tarde en sus escritos. A Illiers, la encubrió con el nombre ficticio de Combray y en su obra "En Busca del Tiempo Perdido", expresa un marcado arraigo hacia su infancia, la cual prolonga no exenta de placer en sus escritos, lindante no obstante, con morbosos y profundos sentimientos de angustia y desamparo y una larga cadena de sucesos de su vida adulta, descritos con una prosa barroca y un gran despliegue de imágenes-recuerdo con transposiciones novelescas; la finura de su análisis, no exento de un epicureismo amanerado, íntimo y subjetivo, con evocaciones oníricas, mezcla de dolores tortuosos y belleza de sensaciones asociadas a elementos simbólicos, caprichosos y argumentales.
La extensión de su obra, es para el autor como una mirada vuelta hacia atrás con añoranza a contemplar su vida y vuelta a vivir en todos sus matices, como aquel que se sumerge en la claridad del subconsciente para interpretar el significado de su propia existencia, sus símbolos, sus verdades, sus mutaciones heterogéneas, para "volver a encontrar" aquello que inevitablemente el tiempo pretende desvanecer. Es pues excepcional el lenguaje nuevo que utiliza, la síntesis, las metáforas y la sintaxis retorcida en una prosa que hace el deleite del lector, incitando a descubrir el sentido recóndito de las cosas y la vida. Una mirada vuelta, plagada de nostalgia, de raptos de ensoñación que atrapan una sustancia volátil y fugitiva, que se resuelve en un filosofar, monológico, personal y subjetivo que transmite e inevitablemente trasunta a seguirlo hacia un universo sutilmente elaborado por el esfuerzo de la memorización, cuyos hilos van formando una urdimbre admirable de sucesos que se concatenan magistralmente.

Se remite a circunstancias biográficas, sus propias evoluciones y al mundo íntimo y social al que estuvo unido, sus placeres, sus deslumbramientos, que superan la narración de lo cotidiano, sugieren en cambio un acercamiento hacia lo poético, en un lenguaje rico y armonioso. Proust se revela como un escritor de lo recóndito, va profundamente al psicoanálisis cuando describe aspectos y manías de sus personajes, lo hace como al descuido aún en circunstancias banales, sin negligir el lenguaje sutil y depurado de un artista. Es posible que con la habilidad de su pluma haya logrado metamorfosear ciertos aspectos de la realidad autobiográfica, puesto que su naturaleza era la de un hombre idealista de fecunda imaginación.

En sus obras expresa lisonjas ditirámbicas a personajes por los cuales sintió genuina admiración, los que se encuentran discretamente encubiertos por otros nombres, tal es el caso del ex poeta parnasiano Anatole Thibaut mas conocido como Anatole France y una mezcla de Alphonse Darlu en la figura de su Bergotte, otras tantas veces se complace en finas ironías ante las debilidades de sus personajes, como en el caso de Swann o las maneras afectadas de alguna noble dama francesa, audaz y extravagante.

La figura de Gilbert Swann fue inspirada en su primer amor Marie de Barnardaki, cuyos devaneos están prodigiosamente escritos en su novela "A la Sombra de Las Muchachas en Flor".

Los recuerdos de su niñez adquieren relevante importancia y los recuerdos de su madre no lo abandonan jamás, su apego morboso a ésta, sus luchas y nostalgias interiores al tener que prescindir de su presencia, que él mismo describiría en un pasaje: "Y después de cenar, ¡ay!, tenía que separarme de mamá, que se quedaba hablando con los otros, en el jardín, si hacía buen tiempo, o en la salida donde todos se refugiaban si el tiempo era malo. Todos menos mi abuela, que opinaba que "en el campo es una pena estarse encerrado" y sostenía constantes discusiones con mi padre, los días que llovía mucho, porque me mandaba a leer a mi cuarto...". Su madre constituía una gran parte de aquel universo que lo envolvía hasta el extremo de no poder conciliar el sueño si antes su madre no le había dado el beso de las buenas noches. El narra: "pero fui yo la única persona en casa para quien la visita de Swann llegó a ser objeto de una penosa preocupación y es que las noches en que había algún extraño, aunque sólo fuera el señor Swann, mamá no subía a mi cuarto. Yo no me sentaba a cenar a la mesa...tenía que subir a acostarme, ese beso precioso y frágil que de costumbre mamá me confiaba cuando yo estaba ya en la cama, había que transportarlo entonces desde el comedor a mi alcoba y guardarle todo el rato que tardara en desnudarme, sin que se quebrara su dulzor, sin que su virtud volátil se difundiera y se evaporara y justamente aquellas noches en que yo deseaba recibirle..."
Las circunstancias de muertes (su padre en 1900, su madre en 1905 y su abuela) demuestran etapas importantes en su vida; unido a estos otros hechos, se denota una sensación de pérdida (en las relaciones amorosas). Son sus escritos constantes filosofías en torno a la vida misma. La muerte de su madre lo tocó profundamente, desde entonces decidió permanecer encerrado voluntariamente en su habitación, la cual tapiza con láminas de corcho en las paredes para no ser perturbado por ningún ruido. Esta permanencia solitaria lo lleva a aflorar todo un cúmulo de vivencias que irá plasmando posteriormente en su monumental obra: "En Busca del Tiempo Perdido", ya para esto habría de superar sus frustrantes ideas de estar desprovisto de talento para escribir una buena obra. Él diría: "Me parecía entonces que existía como los demás humanos, que al igual que ellos envejecería y moriría y que entre los hombres pertenecía yo a aquel género de los que no tienen disposiciones para escribir y deseo razonado, renunciaba por siempre a la literatura. Aquel sentimiento inmediato, que yo tenía del vacío de mi pensamiento, prevalecía contra todas las palabras halagüeñas que me pudieran prodigar...Sentí con más pena que nunca carecer de disposiciones para escribir y tener que renunciar para siempre a ser un escritor famoso. La pena que sentía mientras me quedaba solo, soñando a un lado del camino, era tan fuerte, que para no padecerla, mi alma espontáneamente, por una especie de inhibición ante el dolor dejaba por completo de pensar en versos y en novelas, en un porvenir poético que mi falta de talento me vedaba esperar". Pero no obstante aquella idea, ya después de los 40 años de edad, alcanzó renombre con su producción cumbre: "En Busca del Tiempo Perdido".

Proust con el afán de agradar a su padre se matricula en Derecho y Ciencias Políticas, carrera que no prosiguió. Dada su buena posición económica no llegó a ejercer ninguna profesión.

Un dolor en la garganta al volver a casa luego de asistir a la última "soirée" en casa de los Beaumont, se complicó con un fuerte resfriado. Celeste, quien se hacía cargo de él, buscó al doctor Bize, no se creyó nada grave. Más tarde Proust desafiando la fiebre salió a la calle.Hacia el 10 de noviembre Proust contrajo neumonía y un 18 de noviembre de 1922 se apagaba su vida, siendo asistido en sus últimos momentos por su hermano Robert, el doctor Bize y Celeste Albaret.

Proust nos deja la estela fulgurante de su genio volcada en su bien lograda y prolija producción el perfume de una época que se perpetúa tan lozana y fresca a los 65 años de su desaparición.

SUS OBRAS

Las personas que describe en sus obras forman parte de una sociedad burguesa francesa, que hoy en día puede otorgárseles consideraciones prototípicas de aquella época arraigada a finales del Siglo XIX y a principios del Siglo XX.

Sus experiencias personales y conflictivas las compiló en su obra maestra titulada en francés. "A la Recherche Du Temps Perdu", compuesta de siete volúmenes que fue escribiendo en sus años de encierro voluntario, donde fue sufriendo al mismo tiempo los accesos de un asma que padeció desde niño. Allí sentado en su cama, dedica horas y horas a escribir sus novelas, invirtiendo incluso las horas y el tiempo, puesto que escribía de noche para dormir de día.

La primera de la serie: "Por el Camino de Swann", la cual aparecería desde 1906. El 3 de septiembre, Proust empieza a publicarla por entregas en "Le Fígaro", luego de corregir en febrero el manuscrito, Gallimard lo rechaza, pero gracias a Grasset, es publicado en 1912. En 1917 redacta "El Tiempo Recobrado", la que no vería la luz sino después de su muerte. Hacia finales de 1918 su segunda novela "A la Sombra de las Muchachas en Flor" es publicada por Gallimard, el 21 de diciembre de ese mismo año, esta novela es galardonada con el Premio Goncourt de novela.El 25 de octubre de 1920 se publica su tercera novela "El Mundo de Guermantes".

El 02 de mayo de 1921 publica "Sodoma y Gomorra", su cuarto volumen en el cual aborda por primera vez el controvertido tema de la homosexualidad. Este mismo año escribe "La Prisionera" y "La Fugitiva", las que serian publicadas póstumas, la primera en 1923 y la segunda en 1925. En 1927 se publicó su obra inédita y póstuma "El Tiempo Recobrado".

OTRAS OBRAS

"Los Placeres y los Días" (1896, ensayos), "Imitaciones Misceláneas" (1919), "Crónicas" (póstuma, 1927), "Jean Santeuil" (Póstuma 1952, novela autobiográfica), "contra Saint Beuve" (póstuma 1954, ensayos). La publicación de su correspondencia completa se ha realizado en 1970.