martes, 26 de mayo de 2009

LA PINTURA METAFÍSICA DE GIORGIO DE CHIRICO

PAPELES INESPERADOS

Julio_Cortazar



En la antevíspera de la Navidad de 2006, Aurora Bernárdez, viuda de Julio Cortázar, charlaba en su casa de París con el escritor y crítico Carles Álvarez Garriga. En un momento de la conversación, ella extrajo de una vieja cómoda un puñado de manuscritos y textos mecanografiados. "¿Has leído alguna vez esto?", le preguntó. Aquellas páginas resultaron ser inéditas. Los textos encontrados, junto con otros muchos que habían visto la luz de forma muy dispersa, integran ahora el libro 'Papeles inesperados' que la editorial Alfaguara difundirá en España la próxima semana. Reproducimos uno de los relatos incluidos en ese volumen, así como tres historias recuperadas de cronopio
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(JULIO CORTAZAR)

Llegaré a Estambul a las ocho y media de la noche. El concierto de Nathan Milstein comienza a las nueve, pero no será necesario que asista a la primera parte; entraré al final del intervalo, después de darme un baño y comer un bocado en el Hilton. Para ir matando el tiempo me divierte recordar todo lo que hay detrás de este viaje, detrás de todos los viajes de los dos últimos años. No es la primera vez que pongo por escrito estos recuerdos, pero siempre tengo buen cuidado de romper los papeles al llegar a destino. Me complace releer una y otra vez mi maravillosa historia, aunque luego prefiera borrar sus huellas. Hoy el viaje me parece interminable, las revistas son aburridas, la hostess tiene cara de tonta, no se puede siquiera invitar a otro pasajero a jugar a las cartas. Escribamos, entonces, para aislarnos del rugido de las turbinas. Ahora que lo pienso, también me aburría mucho la noche en que se me ocurrió entrar al concierto de Ruggiero Ricci. Yo, que no puedo aguantar a Paganini. Pero me aburría tanto que entré y me senté en una localidad barata que sobraba por milagro, ya que la gente adora a Paganini y además hay que escuchar a Ricci cuando toca los Caprichos. Era un concierto excelente y me asombró la técnica de Ricci, su manera inconcebible de transformar el violín en una especie de pájaro de fuego, de cohete sideral, de kermesse enloquecida. Me acuerdo muy bien del momento: la gente se había quedado como paralizada con el remate esplendoroso de uno de los caprichos, y Ricci, casi sin solución de continuidad, atacaba el siguiente. Entonces yo pensé en mi tía, por una de esas absurdas distracciones que nos atacan en lo más hondo de la atención, y en ese mismo instante saltó la segunda cuerda del violín. Cosa muy desagradable, porque Ricci tuvo que saludar, salir del escenario y regresar con cara de pocos amigos, mientras en el público se perdía esa tensión que todo intérprete conjura y aprovecha. El pianista atacó su parte, y Ricci volvió a tocar el capricho. Pero a mí me había quedado una sensación confusa y obstinada a la vez, una especie de problema no resuelto, de elementos disociados que buscaban concatenarse. Distraído, incapaz de volver a entrar en la música, analicé lo sucedido hasta el momento en que había empezado a desasosegarme, y concluí que la culpa parecía ser de mi tía, de que yo hubiera pensado en mi tía en mitad de un capricho de Paganini. En ese mismo instante se cayó la tapa del piano, con un estruendo que provocó el horror de la sala y la total dislocación del concierto. Salí a la calle muy perturbado y me fui a tomar un café, pensando que no tenía suerte cuando se me ocurría divertirme un poco.


Debo ser muy ingenuo, pero ahora sé que hasta la ingenuidad puede tener su recompensa. Consultando las carteleras averigüé que Ruggiero Ricci continuaba su tournée en Lyon. Haciendo un sacrificio me instalé en la segunda clase de un tren que olía a moho, no sin dar parte de enfermo en el instituto médico-legal donde trabajaba. En Lyon compré la localidad más barata del teatro, después de comer un mal bocado en la estación, y por las dudas, por Ricci sobre todo, no entré hasta último momento, es decir hasta Paganini. Mis intenciones eran puramente científicas (¿pero es la verdad, no estaba ya trazado el plan en alguna parte?) y como no quería perjudicar al artista, esperé una breve pausa entre dos caprichos pera pensar en mi tía. Casi sin creerlo vi que Ricci examinaba atentamente el arco del violín, se inclinaba con un ademán de excusa, y salía del escenario. Abandoné inmediatamente la sala, temeroso de que me resultara imposible dejar de acordarme otra vez de mi tía. Desde el hotel, esa misma noche, escribí el primero de los mensajes anónimos que algunos concertistas famosos dieron en llamar las cartas negras. Por supuesto Ricci no me contestó, pero mi carta preveía no sólo la carcajada burlona del destinatario sino su propio final en el cesto de los papeles. En el concierto siguiente -era en Grenoble- calculé exactamente el momento de entrar en la sala, y a mitad del segundo movimiento de una sonata de Schumann pensé en mi tía. Las luces de la sala se apagaron, hubo una confusión considerable y Ricci, un poco pálido, debió acordarse de cierto pasaje de mi carta antes de volver a tocar; no sé si la sonata valía la pena, porque yo iba ya camino del hotel.


Su secretario me recibió dos días después, y como no desprecio a nadie acepté una pequeña demostración en privado, no sin dejar en claro que las condiciones especiales de la prueba podían influir en el resultado. Como Ricci se negaba a verme, cosa que no dejé de agradecerle, se convino en que permanecería en su habitación del hotel, y que yo me instalaría en la antecámara, junto al secretario. Disimulando la ansiedad de todo novicio, me senté en un sofá y escuché un rato. Después toqué el hombro del secretario y pensé en mi tía. En la estancia contigua se oyó una maldición en excelente norteamericano, y tuve el tiempo preciso de salir por una puerta antes de que una tromba humana entrara por la otra armada de un Stradivarius del que colgaba una cuerda.


Quedamos en que serían mil dólares mensuales, que se depositarían en una discreta cuenta de banco que tenía la intención de abrir con el producto de la primera entrega. El secretario, que me llevó el dinero al hotel, no disimuló que haría todo lo posible por contrarrestar lo que calificó de odiosa maquinación. Opté por el silencio y por guardarme el dinero, y esperé la segunda entrega. Cuando pasaron dos meses sin que el banco me notificara del depósito, tomé el avión para Casablanca a pesar de que el viaje me costaba gran parte de la primera entrega. Creo que esa noche mi triunfo quedó definitivamente certificado, porque mi carta al secretario contenía las precisiones suficientes y nadie es tan tonto en este mundo. Pude volver a París y dedicarme concienzudamente a Isaac Stern, que iniciaba su tournée francesa. Al mes siguiente fui a Londres y tuve una entrevista con el empresario de Nathan Milstein y otra con el secretario de Arthur Grumiaux. El dinero me permitía perfeccionar mi técnica, y los aviones, esos violines del espacio, me hacían ahorrar mucho tiempo; en menos de seis meses se sumaron a mi lista Zino Francescatti, Yehudi Menuhin, Ricardo Odnoposoff, Christian Ferras, Ivry Gitlis y Jascha Heifetz. Fracasé parcialmente con Leonid Kogan y con los dos Oistrakh, pues me demostraron que sólo estaban en condiciones de pagar en rublos, pero por la dudas quedamos en que me depositarían las cuotas en Moscú y me enviarían los debidos comprobantes. No pierdo la esperanza, si los negocios me lo permiten, de afincarme por un tiempo en la Unión Soviética y apreciar las bellezas de su música.


Como es natural, teniendo en cuenta que el número de violinistas famosos es muy limitado, hice algunos experimentos colaterales. El violoncelo respondió de inmediato al recuerdo de mi tía, pero el piano, el arpa y la guitarra se mostraron indiferentes. Tuve que dedicarme exclusivamente a los arcos, y empecé mi nuevo sector de clientes con Gregor Piatigorsky, Gaspar Cassadó y Pierre Michelin. Después de ajustar mi trato con Pierre Fournier, hice un viaje de descanso al festival de Prades donde tuve una conversación muy poco agradable con Pablo Casals. Siempre he respetado la vejez, pero me pareció penoso que el venerable maestro catalán insistiera en una rebaja del veinte por ciento o, en el peor de los casos, del quince. Le acordé un diez por ciento a cambio de su palabra de honor de que no mencionaría la rebaja a ningún colega, pero fui mal recompensado porque el maestro empezó por no dar conciertos durante seis meses, y como era previsible no pagó ni un centavo. Tuve que tomar otro avión, ir a otro festival. El maestro pagó. Esas cosas me disgustaban mucho.


En realidad yo debería consagrarme ya al descanso puesto que mi cuenta de banco crece a razón de 17.900 dólares mensuales, pero la mala fe de mis clientes es infinita. Tan pronto se han alejado a más de dos mil kilómetros de París, donde saben que tengo mi centro de operaciones, dejan de enviarme la suma convenida. Para gentes que ganan tanto dinero hay que convenir en que es vergonzoso, pero nunca he perdido tiempo en recriminaciones de orden moral. Los Boeing se han hecho para otra cosa, y tengo buen cuidado de refrescar personalmente la memoria de los refractarios. Estoy seguro de que Heifetz, por ejemplo, ha de tener muy presente cierta noche en el teatro de Tel Aviv, y que Francescatti no se consuela del final de su último concierto en Buenos Aires. Por su parte, sé que hacen todo lo posible por liberarse de sus obligaciones, y nunca me he reído tanto como al enterarme del consejo de guerra que celebraron el año pasado en Los Ángeles, so pretexto de la descabellada invitación de una heredera californiana atacada de melomanía megalómana. Los resultados fueron irrisorios pero inmediatos: la policía me interrogó en París sin mayor convicción. Reconocí mi calidad de aficionado, mi predilección por los instrumentos de arco, y la admiración hacia los grandes virtuosos que me mueve a recorrer el mundo para asistir a sus conciertos. Acabaron por dejarme tranquilo, aconsejándome en bien de mi salud que cambiara de diversiones; prometí hacerlo, y días después envié una nueva carta a mis clientes felicitándolos por su astucia y aconsejándoles el pago puntual de sus obligaciones. Ya por ese entonces había comprado una casa de campo en Andorra, y cuando un agente desconocido hizo volar mi departamento de París con una carga de plástico, lo celebré asistiendo a un brillante concierto de Isaac Stern en Bruselas -malogrado ligeramente hacia el final- y enviándole unas pocas líneas a la mañana siguiente. Como era previsible, Stern hizo circular mi carta entre el resto de la clientela, y me es grato reconocer que en el curso del último año casi todos ellos han cumplido como caballeros, incluso en lo que se refiere a la indemnización que exigí por daños de guerra.


A pesar de las molestias que me ocasionan los recalcitrantes, debo admitir que soy feliz; incluso su rebeldía ocasional me permite ir conociendo el mundo, y siempre le estaré agradecido a Menuhin por un atardecer maravilloso en la bahía de Sydney. Creo que hasta mis fracasos me han ayudado a ser dichoso, pues si hubiera podido sumar entre mis clientes a los pianistas, que son legión, ya no habría tenido un minuto de descanso. Pero he dicho que fracasé con ellos y también con los directores de orquesta. Hace unas semanas, en mi finca de Andorra, me entretuve en hacer una serie de experimentos con el recuerdo de mi tía, y confirmé que su poder sólo se ejerce en aquellas cosas que guardan alguna analogía -por absurda que parezca- con los violines. Si pienso en mi tía mientras estoy mirando volar a una golondrina, es fatal que ésta gire en redondo, pierda por un instante el rumbo, y lo recobre después de un esfuerzo. También pensé en mi tía mientras un artista trazaba rápidamente un croquis en la plaza del pueblo, con líricos vaivenes de la mano. La carbonilla se le hizo polvo entre los dedos, y me costó disimular la risa ante su cara estupefacta. Pero más allá de esas secretas afinidades... En fin, es así. Y nada que hacer con los pianos.


Ventajas del narcisismo: acaban de anunciar que llegaremos dentro de un cuarto de hora, y al final resulta que lo he pasado muy bien escribiendo estas páginas que destruiré como siempre antes del aterrizaje. Lamento tener que mostrarme tan severo con Milstein, que es un artista admirable, pero esta vez se requiere un escarmiento que siembre el espanto entre la clientela. Siempre sospeché que Milstein me creía un estafador, y que mi poder no era para él otra cosa que el efímero resultado de la sugestión. Me consta que ha tratado de convencer a Grumiaux y a otros de que se rebelen abiertamente. En el fondo proceden como niños, y hay que tratarlos de la misma manera, pero esta vez la corrección será ejemplar. Estoy dispuesto a estropearle el concierto a Milstein desde el comienzo; los otros se enterarán con la mezcla de alegría y de horror propia de su gremio, y pondrán el violín en remojo por así decirlo.


Ya estamos llegando, el avión inicia su descenso. Desde la cabina de comando debe ser impresionante ver cómo la tierra parece enderezarse amenazadoramente Me imagino que a pesar de su experiencia, el piloto debe estar un poco crispado, con las manos aferradas al timón. Sí, era un sombrero rosa con volados, a mi tía le quedaba...


(Artículo publicado en el Diario "El País" el 24 de mayo de 2009)

LA CITA

La cita
(Por Paulina Vinderman)
a la memoria de Ana Calabrese

Íbamos a tomar el vino del atardecer
sentadas en el piso,
a desplegar el dolor y los amores literarios
como un mantel: algunos agujeros y colores seguros.
Dos mujeres expulsadas del idioma, de la fiesta,
de una terca latitud.

Íbamos a dejar que el río nos invada
(todos tus amigos me hablaron más del río
que de tu desesperación)
Trocitos de corcho, historias de algún tío
obsesionado por la libertad del espíritu, restos
de un ángel pintado sobre una percha de madera.

Tu suicidio anunciado los refugió en el bosque
(a ellos, los lobos, los amigos),
los vació de palabras.

Extraña flor de sombras chinas en la pared,
te convertiste en una voz y un silencio contra un río.

Un poema condenado a una caja inasible

viernes, 15 de mayo de 2009

ALFRED HITCHCOCK, UN DIRECTOR ORIGINAL

EL CINE DE ORO NUNCA MUERE


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ALFRED HITCHCOCK, UN DIRECTOR ORIGINAL (1899-1980)
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Este gran director de cine británico y mago del suspense, se hizo famoso por su análisis, su original puesta en escena, y depurado lenguaje fílmico, especialmente por las diversas temáticas que utilizó magistralmente en sus películas, para expresar sucesos recurrentes de intriga y suspense, con una trama muy bien lograda, en películas como: "Con la muerte en los talones" (1959), con Cary Grant, Eve Marie Saint, y James Mason; "Proceso Paradine", con Greory Peck y Ann Todd (1944), con Tallulah Bankhead y William Bendix; "Los Pájaros" (1963), con Tippi Hedren y Rod Taylord; "Atrapa a un ladrón" (1955), con Cary Grant y Grace Kelly; "Sospecha" (1941), con Cary Grant y Jane Fontaine; "¿Pero quién mató a Harry?" (1955) con Shirley Mc Laine y John Forsythe, entre otras.



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(El Reparto al completo "Con la Muerte en los Talones" Cary Grant, Eve Marie Saint, Hitchcock, y James Mason).

Si bien es cierto, abarcó temas de interés, como también el tema de los espías, en sus películas "Los 39 Escalones" (1935) y "El Agente Secreto" (1936), reflejo de la época en la que le tocó vivir, o sobre envenenamentos en sus películas con toque policial como: "Encadenados" (1946), con Ingrid Bergman y Cary Grant y "Atormentada" (1949), con Ingrid Bergman y Joseph Cotten.



peck3 (Hitchcock, con Gregory Peck e Ingrid Bergman en "Recuerda")

Particularmente llaman la atención temas en donde existen testigos de sucesos inesperados y escalofriantes, lo que daríamos en llamar, falso culpable, en películas tales como: "El Hombre que Sabía Demasiado" (1934), con James Stewart y Doris Day; "Yo Confieso" (1952), con Montgomery Clift y Anne Baxter y Pánico en Escena" (1950); "Posada en Jamaica" (1939); "La Ventana Indiscreta" (1954), con James Stewart y Grace Kelly.



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(Una Escena de la Película "La ventana Indiscreta" con James Stewart y la bella Grace Kelly)

Hitchcock, intentó profundizar en el inconciente humano, abordando temas psicológicos y psicoanalíticos, prueba de ello son sus películas: "Recuerda" (1945), con Ingrid Bergman y Gregory Peck, en donde aparecen pinturas de Dalí para ilustrar las pesaillas; "Marnie, la Ladrona" (1964), con Tippi Hedren y Sean Connery; la tan conocida "Psicósis" (1960), con Anthony Perking y Vera Miles y "Vértigo" (1958), con James Stewart y la guapa Kim Novak.

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(Una escena de la Película: "Marnie, la Ladrona" con Tippi Hedren y Sean Connery)

Además Hitchcock , nos muestra como parte del absurdo, una temática de las equivocaciones básicas y determinantes en la trama de sus películas, en su producción: "Crímen Perfecto" (1954), con Ray Millan y Grace Kelly; "Falso Culpable" (1957), con Henry Fonda y Vera Miles; "Enviado Especial" (1940)e "Inocencia y Juventud" (1937).



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(Janet Leight y Alfred Hitchcock, entre bambalinas, en la película "Psicósis")

Es indudable su originalidad, pero además les debe el arte de su fama a sus guionistas: Elliot Stannard, el punto de vista femenino a Jay Presson Allen, para el guión de "Marnie, la Ladrona" y sobre todo al guionista Charles Bennet, quien tuvo gran participación en cuidar los guiones de sus mejores películas: "Recuerda", "Vértigo", "La Soga" etc.


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(James Stewart y Kim Novak en Vértigo)

En sus casi 40 películas, se le vió aparecer brevemente en la mayoría de ellas, casi como un extra, sin texto, ni mayor participacion, como sellando su producción, hecho que causaba curiosidad en sus seguidores.

Tuvo especial predilección por artistas como Grace Kelly. Mas tarde cuando ésta se casó con Rainiero de Mónaco y se retiró del cine, buscó siempre un tipo de mujer parecido en Kim Novak o Tippi Hedren, para sus películas.

Entre los años 1959 y 1962 hace además historias cortas de suspense o thrillers psicológicos para la televisión, "Alfred Hitchcock Presenta" y de 1963 a 1965 "La Hora de Alfred Hitchcock".



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(Hitchcock, en "Los Pájaros")

Barcelona, 23 de Abril, 2009

SWAY

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Domina conmigo
(Michael Bublé)


Esta es la carátula del primer y exitoso disco del espectacular cantante canadiense Michael Bublé aparecido el año 2003 y de talla mundial en poco tiempo. Álbum producido por David Foster, ganador de multiples Premios Grammy. Su gran voz y estilo lo convierten en un actual Frank Sinatra, con diferencias lógicas. Este disco trae un buen puñado de temas muy interesantes.

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NUESTRAS ASPIRACIONES
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Nuestra humana condición nos otorga la prerrogativa de aspirar. Bien podemos decir que todos o casi todos somos aspirantes, porque perseguimos alguna finalidad en nuestra vida. Nuestros propios sueños nos convierten en perseguidores de ideales que deseamos concretar.
Ya el insigne pensador Henri Bergson, Premio Noble de Literatura 1927, nos decía en su estupendo ensayo: “La Risa”, que el hombre es precisamente la criatura que entre otras cosas, se diferencia de los animales, por su capacidad de reír. Es esta una buena e incuestionable verdad.

¿Pero tendrá un animal ideales y aspiraciones, que no sean sus usuales apetencias, estrictamente formales para satisfacer sus necesidades primarias?. La respuesta es obvia.

Aspiramos los humanos por la necesidad de ver satisfechos nuestros ideales y objetivos. Aspiramos, porque nuestro nivel de aspiraciones podría ser concretado, porque es posiblemente nuestro asidero para poder crecer mucho más espiritualmente y quizá sólo porque queremos ser mejores cada día.

Existe una variedad de seres en nuestro mundo y mientras mayor sea cuantitativamente la gama de estas personas, mayores serán las diferencias. Desde luego, los habrá conformistas, chatos de miras, mediocres en cuanto al bajo nivel de realización personal etc. Es posible que estos seres estén muy lejos del título y contenido de nuestro artículo; aún cuando posiblemente podría serles de alguna utilidad o al menos, ser la chispa de su oculto y apagado sendero, falto de razón y sustancia.

Comúnmente, nuestras aspiraciones vienen cargadas de esperanzas, es preciso ser fuerte para sobrellevarlas; podremos flaquear muchas veces en el camino de realizar nuestras aspiraciones, pues siempre tendrán la similitud de una joya lejana y serán caras, se nos aparecen como retos fulgurantes y nos animará o nos abatirá la ironía de su rutilancia al presentársenos. Y cuando nos proponemos alcanzarlas se polarizan nuestros estados. Somos fuertes y eufóricos cuando nos ideamos conseguirlas; luego, somos pesimistas cuando nos está costando el obtenerla y se nos presenta distante, cual espejismo para nuestros denuedos. Es tremendamente insufrible la idea de perderla, y nuestro punto de mira se convierte en ambición.

Es preferible tener la psicología de triunfador, porque la aventura resultará algo más que un desafío y porque se estará dispuesto a volver a levantarse si se es vencido, y no plantearse la alternativa de que deja o se apoca ante la valla del camino. Éstos jamás verán cumplidas sus aspiraciones.

Hace poco me hizo reflexionar un pensamiento de Harold Nicholson, el cual dice: “Cada uno tiende a juzgarse a sí mismo por sus ideales, pero juzga a los demás por sus actos”, cuánta certidumbre encierran estas palabras, aunque en principio, uno debería obviar estos juicios, a no ser que pudiesen serle a uno mismo de utilidad, para mejorar o enmendar errores.
Nuestras aspiraciones, son y pueden ser muchas, debido a nuestras propias tendencias, son cabalmente aquellas metas que acabamos de alcanzar o las que aún tenemos como ambición de concretar. Nuestras aspiraciones podrían tener una cierta analogía con los escalones que iremos ascendiendo gradualmente en la vida.

La historia está plagada de casos de grandes personajes, que tuvieron que vencer una serie de obstáculos, de los más insólitos, para al fin hacer posibles sus ideales y aspiraciones en la vida, luchando incluso muchas veces contra sus propias inaptitudes y desventajas, para convertirse más tarde en lo que fueron.

Nos preguntaremos ¿logramos siempre nuestras aspiraciones?, la respuesta es lógicamente que no siempre lo conseguimos.
Existe un grado de frustración al no alcanzar nuestras aspiraciones, sean estas de cualquier naturaleza; éstas frustraciones pueden tomar dos rumbos: 1.-) Asumimos y encaramos que no hemos logrado nuestras aspiraciones, que en definitiva no ganamos. 2.-) Nuestra frustración se nos presenta como un fracaso y nos “achicamos” ante la situación. Recordemos que siempre un fracaso de nuestras aspiraciones, por pequeñas que estas sean, nos preocupa, no deja de inquietar y conturbar nuestro espíritu.

En todas las edades de nuestra vida, las mismas aspiraciones y motivos, no tendrán el mismo significado siempre, es de suponer que van cambiando conforme vivimos y vamos obteniendo y logrando superar ciertos peldaños, por ejemplo, para un niño de 5 años, su aspiración más grande podría constituirse en volver a ver a su madre, que está ausente por un corto tiempo en otro lugar; mientras que para una joven de 16 años, su aspiración más grande podría ser ingresar a la Universidad, para un padre o madre, quizás será dejar un legado moral o subjetivamente valioso a sus hijos, aunque éste no sea del orden material etc. Tampoco olvidemos que en la vida hay que saber perder y ganar; los juegos de nuestra infancia son una terapia muy aleccionadora en este sentido, allí es cuando comenzamos a avizorar las primeras sombras del fracaso y los primeros destellos del triunfo.

Como colofón, nada más exhortar al denuedo tenaz e incondicional, por ver realizadas nuestras aspiraciones, sin olvidar un importante aunque manido dicho: “Querer, es poder”. Sí, por nuestras aspiraciones, aunque arrecien las tormentas de la vida.

9 de junio de 1980.

viernes, 1 de mayo de 2009

FRIDA KAHLO, RETRATO DE UNA VIDA

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FRIDA KAHLO, RETRATO DE UNA VIDA
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

La Vida de Frida Kahlo fue pasión, disfraces para el escenario de la vida, intensidad, ternura, desencanto, amor, vivacidad, un aferrarse para no ser vencida por la contundente realidad de un destino marcado por la cicatrices. Una cruz, una mueca triste, pero sobre todo: dolor.

Intentar abarcarla es casi imposible, aunque el espejo fragmentado de su vida, nos refleja su existencia oscurecida por la pena, como testimonio vivo de la fatalidad.

Magdalena Cármen Frida Kahlo Calderón, nace en "la Casa Azul" de Coyoacán México, un 6 de julio de 1907, tercera hija de Guillermo Kahlo y Matilde Calderón. Le preceden sus hermanas Matilde Junior y Adriana, luego nacería la cuarta, Cristina.


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(Frida, a los 18 años)

De su padre, un emigrate alemán, heredará sus ansias de libertad, una gran inteligencia y sensibilidad para las artes y de su madre, una nativa mexicana, la dulzura, la vivacidad y un espíritu arraigado a su país. Ella misma los describiría así:

"Mi padre Guillermo Kahlo, era muy interesante, de basta elegancia al moverse, al caminar. Tranquilo, laborioso, valiente..." F.K.


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(Adriana, Cristina, Frida, Carmen Romero y Carlos Veraza, 1929)

A su madre en cambio, la rememora de esta guisa: "Era una mujer bajita, de ojos muy bonitos, muy fina de boca, morena. Era como una campanita de Oaxaca, donde había nacido. Cuando iba al mercado ceñía con gracia su cinturón y cargaba coquetamente su canasta. Muy simpática, activa, inteligente. No sabía leer, ni escribir, sólo sabía contar el dinero". F.K.

A raíz de una caida en el parque de Chapultepec, cuando paseaba con su padre, se hace un gran daño en la pierna derecha y le diagnostican un "tumor blanco" y "poliomelitis". Tras pasar varios meses en cama, resulta con un pie ligeramente atrofiado y desde entonces una pierna más delgada y más corta que la otra, que le obligaron a llevar botas ortopédicas, presagio de un largo y tortuoso camino que se convertiría en un gran pesar hasta el final de sus días.No obstante nada opacó el desarrollo normal y despierto de aquella adolescente y al hallarse ante un nuevo reto en 1922 en la Escuela Preparatoria Nacional, supera el exámen de ingreso, antesala obligada de los estudios Universitarios. Y aunque aquella Escuela, queda alejada de su casa, en el Cantro Antiguo de Tenochtitlán, cuyo parque central era conocido como el Zócalo, ciudad más poblada y ruidosa donde Frida aprende a moverse y a descubrir un mundo diferente. Allí Frida se integra a un Grupo Anarquista heterogéneo, creativo, abierto, original y provocador, quienes reinvindican un socialsmo de retorno a las fuentes. El Grupo se llamó: "Los Cachuchas" (por el nombre de sus gorras), lo integraban 9, dos eran chicas. El Grupo se nutría de Literatura, filosofía, poesía extranjera, o hispanoamericana. Frida estaba ávida de conocimientos y en su afán por expresar cosas en lenguaje argótico inventa un vocabulario personal, el "fridesco".

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El primer encuentro con el pintor Diego Rivera, ocurre el 22 de noviembre de 1910. Rivera había sido elegido por el Ministerio de Cultura para la realización de un mural en el Anfiteatro Bolívar, de la Escuela Preparatoria Nacinal, donde Frida movida por la curiosidad acude y le hace conversación mientras pintaba. Sobre este primer encuentro Rivera comentaría más tarde: "La chica se quedó casi tres horas. Cuando se marchó sólo dijo: "Buenas noches".

Sin embargo, el primer amor de Frida Kahlo no fue Diego Rivera, sino Alejandro Gómez Arias. Su mejor amigo, burgués, inteligente, culto y gran orador e integrante de "Los Cachuchas", con quien mantendría intercambio epistolar más tarde.

Frida encuentra empleo en la Biblioteca del Ministerio de Educación, pero a raíz de un escándalo en la que se la relaciona con una compañera de trabajo, es despedida.

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(Frida y Emmy Lou en el jardín de La Casa Azul)

El 17 de septiembre de 1925 Frida sufre un terrible accidente; el autobús que la llevaba de regreso a casa, en compañía de su novio Alejandro Gómez, choca en un cruce con el tren de Xochimilco. Ella lo relata así:

"Los camiones de mi época eran absolutamente endebles; comenzaban a circular y tenían mucho éxito; los tranvías andaban vacíos. Subí al camión con Alejandro Gómez Arias...momentos después el camió chocó con un tren de la línea Xochimilco...Fue un choque extraño; no fue violento, sino sordo, lento y maltrató a todos. A mi mucho más...antes habíamos tomado otro camión; pero a mi se me había perdido una sombrilla; nos bajamos a buscarla, y fue así que vinimos a subir a aquel camión, que me destrozó. El accidente ocurrió en la esquina, frente al mercado de San Juan, exactamente enfrente...Mentiras que uno se da cuenta del choque, mentiras que se llora. En mi no hubo lágrimas. El choque nos brincó hacia adelante y a mi el pasamanos me atravesó como la espada de un toro" F.K.En los primeros momentos del accidente, fue el propio Alejandro quien se encargó de asistirla, y puesta la malherida y sangrante Frida sobre una mesa de billar que se improvisa, sin perder la sangre fría procede él mismo le arrancar de su cuerpo el trozo de hierro que la atravesaba, en una intervención rápida y brutal. Posteriormente se encargan de ella los servicios de urgencias. No podía preveerse que siguiera viviendo dada la gravedad de su estado.

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Frida relataría más tarde en sus memorias el efecto que el accidente produjera en su familia: "Matilde leyó la noticia en los periódicos y fue la primera en llegar y no me abandonó por tres meses; de día y de noche a mi lado. Mi madre se quedó muda durante un mes por la impresión y no fue a verme. Mi hermana Adriana al saberlo se desmayó. A mi padre le causó tanta tristeza que enfermó y sólo pude verlo después de 20 días" F.K.

El diagnóstico se produjo un mes más tarde. "Fractura en la tercera y cuarta vértebras lumbares, tres fracturas en la pelvis, once fracturas en el pie derecho, luxación del codo izquierdo, herida profunda en el abdómen, prouicida por una barra de hierro que entró por la cadera izquierda y salió por el sexo, desgarrando el labio izquierdo. Peritonitis aguda. Cistitis que requiere sonda durante muchos días". A partir de allí tuvo que llevar un corsé de yeso durante 9 meses, después de salir del hospital. E increiblemente Frida Empezó a renacer poco a poco.

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(La Columna Rota, 1944)

El 18 de diciembre Frida da su primer paseo por la plaza central del zócalo, sientiendo que afortunadamente está viva. Su intento por volver a contactar con Alejandro en esos días fue inútil, encima sobrellevar el desamor, aunque ella se aferraba a la ilusión.

En esa temporada Frida aflora una cierta androginia vistiendo con trajes de muchacho, ya lo anticiparía ella: "Mis juguetes fueron los de muchacho: patines, bicicleta". Hecho que más tarde también se haría patente al pintar en 1940 su autorretrato: "Cortándome el pelo con unas tijeritas" y al manifestar en sus memorias sus relaciones lésbicas.

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Hacia finales del verano de 1926 Frida empeora teniendo que mantenerse en cama inmobilizada por tres vértebras desplazadas y complicaciones en la pierna, se precisa volver a llevar el corsé y una prótesis en la pierna derecha. A partir de entonces surge en Frida una constante visión de sí misma. Lee mucho a Proust e intenta llenar sus horas pintando. Su primera pintura fue para Alejandro, en la cual se representa ella, busto y cara..."Y sin prestarle realmente atención, empecé a pintar" F.K.

En 1927 Alejandro la visita en Oaxaca, pero enseguida sus padres lo envían a estudiar a Europa, en un intento por alejarlo de Frida. Ella soporta impotente esta súbita decisión, tanto así como seguir soportando la tortura del corsé. Según se lo permite su salud. Frida fue agregando más pinturas, aunque no puede proyectarse al futuro. El tiempo parece interminable y por momentos pierde las esperanzas de poder viajar algún día a conocer lugares.

Y cuando Alejandro retorna de Europa. Frida estaba casi restablecida y concentrando todas sus energías en conseguir un trabajo, sin embargo Alejandro se enamora de Esperanza Ordoñez, una amiga común.

Frida empieza a frecuentar ambientes y círculos de artistas, sin dejar de militar en el Partido Comunista, así vuelve a tener contacto con el hombre de su vida, Diego Rivera. En medio de tanto artista extravagante, ya no sorprendía ver a Frida en ocasiones vestida de hombre, traje con el que disimulaba bien su cojera.

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El 21 de agosto de 1929, Diego Rivera contrae matrimonio con Frida Kahlo. Su padre pareció resignarse, pero su madre se sintió dolida a juzgar, por ser mayor que ella, gordo, feo, artista, bohemio, comunista, ateo,controvertido y vividor. Ella narra:"...Me enamoré de Diego y eso desagradó a mis padres porque Diego era comunista y se parecía, decían ellos, a un gordo, gordísimo Breughel. Decían que era una boda entre un elefante y una paloma...A pesar de todo...nos casamos el 21 de agosto de 1929...Nadie asistió a la boda a excepción de mi padre, que le dijo a Diego: "No olvide que mi hija es una persona enferma y lo será toda su vida: es inteligente, pero no guapa. Piénselo...y si a pesar de todo desea casarse con ella, le doy mi consentimiento".Diego, que se había casado antes por la iglesia con Guadalupe Marín y tuviéron 2 hijas. Se casó con Frida de una forma más oficial en el Ayuntamiento de Coyoacán.

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Más tarde Frida pierde al primer hijo que esperaba, el doctor Marín tuvo que provocarle el aborto por malformación de la pelvis, que impediría a Frida seguir adelante con el embarazo, hecho que le afectó y desconsoló mucho.

El 10 de noviembre de 1930 Rivera viaja con Frida a los Estados Unidos, donde a él se le han encargado unos trabajos. Era el primer viaje de Frida al extranjero y se instala en San Fancisco, en casa del escultor Ralph Stackpole. Allí Frida realiza varios retratos, entre ellos el del Dr. Eloesser, a quien confía sus dolencias. Con ganas de vivir y conocer sale asiduamente por San Francisco y frecuenta mucho el barrio Chino, empezándo a sentirse muy sola.

Posteriormente realiza un viaje a Nueva York, donde Frida intenta llenar su vida saliendo y visitando lugares. Más tarde se trasladan a Detroit donde Rivera es solicitado para pintar unos murales y donde Frida vuelve a estar embarazada, aunque pronto perderá a su hijo, acentúandose su malestar y experientando un gran vacío y soledad. El abatimiento la persigue y se refugia en la pintura, haciendo de ella misma un reflejo de su realidad, este hecho inspira en ella una serie de pinturas y esbozos sobre su maternidad frustrada.

A principios de septiembre se entera por un telegrama de un cáncer que aqueja a su madre, mal del que fallece al poco tiempo. Frida doblemente desconsolada se ve obligada a regresar a México. A falta de un vuelo directo Detriot-México, Frida emprende el viaje acompañada de su amga Lucienne, en un recorrido por tren y autobus, donde la pintora vuelve a experientar pánico a sufrir un nuevo accidente.

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Al poco de retornar a Detroit, donde sufre y vuelve a sumergirse en su universo pictórico, los trabajos de Rivera son suspendidos por el mismo Rockefeller, razón por la que perdido el contrato millonario, regesan a México a vivir e su casa de San Ángel.

En México vuelve a sufrir la pérdida de un tercer hijo, mediante un aborto provocado y una operación al pie derecho. Diego, no deja su vida disoluta y hasta termína liándose a Cristina, hermana menor de Frida, lo cual ocasiona a la pintora un gran dolor.

En 1935 se marcha a Nueva York sola, cansada de su situación conyugal, anticipándose a una exposición de 25 cuadros suyos en la Julien Levy Gallery, fue un éxito total además de tener muy buena prensa. En este periplo tiene un romance con el fotógrafo norteamericano Nickolas Murray. A su regreso a México mantiene una relación clandestina con Isamu Nogochi durante un año: relación que dan por terminada cuando aparece Diego con una pistola en la mano.

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En 1936 es operada por tercera vez del pie derecho, etapa en la que pinta una especie de cuadro genealógico y se une más a su hermana Cristina y a los hijos de ésta.

En 1937 reciben a León Trotski en México, Frida y algunos, camaradas. Más tarde Kahlo y Trotski mantendrán una relación basada en la mutua admiración, que finalmente quedará sellada con el regalo de Frida a Trotski de su autorretrato. Ella lo describiría más tarde como lo mejor que le había pasado aquel año.

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Pese a costarle mucho a Frida concebirse como pintora, en el verano de 1938 el actor y erudito norteamericano Edward G. Robinson, le compra 4 pinturas de golpe.

Al año siguiente Frida es invitada a París para exponer sus pinturas. En París conoce a personas importantes como Paul Elouard, Ives Tanguy, Max Erst, Marcel Duchamp y Pablo Picasso, quien manifestará un gran entusiasmo por la pintura de Frida Kahlo. El pintor malagueño le escribiría a Rivera: "Ni tú, ni Derrain, ni yo, somos capaces de pintar una cara como las que pinta Frida Kahlo de Rivera".

A su regreso de esta travesía llamada Europa, Frida empieza el polémico cuadro "La Muerte de Dorothy Hale", regresando a Nueva York a reencontrarse con el fotógrafo Nick Murray, quien le anunciará su próxima boda, hecho que le cae como un balde de agua fría, mientras en Mexico se decía que su marido tenía un romance con la pintora húngara Irene Bohus y con la actríz norteamericana Paullette Goddard, que había estado una temporada en México.


Kahlo, harta y desgarrada por las infidelidades de Rivera, a su regreso a México se interna en "la Casa Azul", triste, dando vueltas sobre sí misma, intentando sobrevivir a todas sus heridas. De este episodio de su vida escribiría: "...Cómo nos vamos vaciando de nuestra sangre, me estoy vaciando de ms lágrimas".

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(El Ciervo Herido, 1946)

Diego, estando en México apenas la visita y ella expeimenta y gran desamor y prefiere aislarse más refugiándose en la pintura. De esta etapa son: "Las Dos Fridas" (1939), una la amada y la otra rota por el dolor.

A finales de septiembre de 1939 Diego y Frida piden el divorcio por mutuo acuerdo y posteriormente Frida empieza a tener un periodo fructífero como pintora. De esta etapa son: "El Sueño", "Autorretrato con Collar deEspinas"y "Colibrí", "Autorretratocon Mono y Listón sobre el cuello", "Cortándome el pelo con Tijeritas".

Frida bebe alcohol para mitigar su soledad y dolor y a la vez sigue un diario sobre su vida que le sirve de catarsis. Por recomendación del Docto Eloesser, Frida viaja a Nueva York y pese a reencontrarse allá con Diego Rivera, inicia un romance con el coleccionista de Arte Heinz Burggruen, con quien vuelve a sonreír, pero al interponerse nuevamente Diego en su vida y proponerle matrimonio por segunda vez, deja a Heinz.

El 18 de diciembre Diego y Frida se vuelven a casar en la intimidad. Frida le pone la condición de no tener relaciones sexuales y mantener una cierta independencia y amistad.


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En 1941 fallece el padre de Frida. Ya hacia el año siguiente, el matrimonio decide regresar a México. En su país Rivera y Kahlo deciden enseñar pintura en "la Esmeralda", Escuela de Arte con pedagogía liberal.

En 1944 es preciso volver a ponerle un corsé de acero dada su dolencia en la columna, y en 1945 le fabrican un zapato ortopédico para el pie derecho. En 1946 tiene que realizar un viaje a Nueva York, para ser operada de la columna vertebral y va con su hermana Cristina. Operación que resulta mal, teniendo que volver a llevar el corsé de acero para mitigar los fuertes dolores, que sólo la morfina logra calmar y ella tolera mal.

Frida vuelve a refugiarse en la pintura y realiza: "Pensando en la Muerte", "Diego, en mi Pensamiento", "La Columna Rota" (1944), "Retrato doble Diego y Yo", "La Novia que se espanta al ver la Vida abierta" (1945), "Sin Esperanza", "La Venadita", o "El Venado herido" (1946), "El Árbol de la Esperanza" (1946), "Mantente Firme".

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(La Novia que se Espanta de ver la vida abierta 1945)

"He estado enferma un año: 1950-1951, siete operaciones a la colúmna vertebral" F.K.

De su estancia en el Hospital pinta: "Autorretrato con el Dr. Farill". Tiene una gran desesperanza y tentativas de suicidio, está cansada de sufrir. Sufrimiento que la sume en una profunda depresión al tener que amputarle la pierna derecha por tener ya tres dedos ennegrecidos.

El 13 de julio de 1954 fallece a consecuencia de una embolia pulmonar. Sobre su esperado y ansiado final pondría la pintora: "Espero que la salida sea afortunada y espero no volver jamás" F.K.

Una mujer particular, que no vivió para pintar, sino más bien que pintó para vivir.

Barcelona, 26 de Abril, 2009.

LA REAL FRIDA KAHLO



Fragmento de la recopilación de un documento vivo de la pintora Mexicana Frida Kahlo y su marido, el también pintor, Diego Rivera, por History Chanel.

LA PALOMA

La Paloma
(Por Rafael Alberti)

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua. Se equivocaba.
Creyó que el mar el cielo;
que la noche, la manaña.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocio;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama)