jueves, 26 de febrero de 2009

JUEGOS ADULTOS DE PODER



JUEGOS ADULTOS DE PODER
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Algunas personas risueñas y celestes como yo, no logramos comprender a ciertos adultos faltos de sentido del humor, que prefieren quedarse en el papel de gruñones y amargados aburridos de sí mismos. Si bien es cierto, basta con tomarse muy en serio a sí mismo, como para manifestar el lado oscuro y feo de esta vida.

Yo, que no aspiro a envejecer por nada y estoy a punto de fraguar un pacto con el Fausto, para permanecer felíz, orondamente bien y peligrosamente pecadora; he previsto que a lo sumo dentro de unos pocos meses más, ligaré muchísimo más que una diva, sin menos preciar mis atributos y sacándoles partido a más no poder, sin olvidar mis años u edad cronológica, que no son pocos y tampoco demasiados, aunque sin evidenciarlos, porque sonriendo siempre como en los anuncios de Signal, me perpetuaré cual estatua de cera en el Madame Toussaint, tan joven y agradecida de seguir dando caña y malestar a los gruñones. Si me perdonáis, ralentizaré los años leyéndome unos Manga de Taniguchi o los de Anno Moyoko, mientras tanto.

Por fortuna persiste aquello de lo que puede haber de buena en mi, y de la adolescente gamberra y picarona que siempre fui. Y si loarse a sí misma es pecado, yo renuncio, yo quiero transgredir esa norma, que para eso estoy, ¿en qué estábamos?, sí, de poseer yo un no sé qué irresistible de lo más peculiar, si lo mejor de mi está en mi lado vago, bohemio y juguetón, y como no, en mi sonrisa socarrona y a medias , que a menudo te saca a ti de quicio y exaspera, porque crees que igual no paro mientes, que mi ADD, o Síndrome de Déficit de Atención, ahuyentan de mi toda la gravedad y el coraje con que tú me explicas tu razonamiento sesudo y concentrado, cual un café cargado de razón y amargura. Yo pues en cambio prefiero una chocolatina blanca y seguir sonriéndome o tomarme un buen vaso de Neskuick, como en los años del Colegio. Sí, perdonarás cariño, pero esto no es lo del método Socrático que te conté el otro día y a ti te pareció una verdadera m… memés, porque crees que me burlo de ti cuando lo aplico, vamos hombre, como si analizando la ironía Socrática, no tuviera los ingredientes de ser casi una burla fina, ¿a qué si?, lo sé, si al final terminaría dándote la razón, pero vamos, no es así. Lo del método socrático o la Mayéutica, se hizo para llegar a aclararnos con nosotros mismos, para descubrir esa verdad tan anhelada y recóndita a punto de iluminarse, era un método filosófico que daba sus frutos, como no lo dudo yo, los seguirá dando si lo usamos tú y yo, ese era el kid del asunto, que al deslumbrarnos despertáramos quizás o nos echáramos a reír de pronto .Ese es el sentimiento extraño del absurdo.

Si no eres tú, qué va, soy yo, es mi talante. El otro día mi hermana y yo nos enfrascamos en razonamientos acuáticos más o menos propios del submarinismo filosófico, en los cuales colegimos que a pesar de la base 4 —que nos interesa un rábano—, nosotras no éramos adultas, no te creas, no nos echamos a llorar, no cogimos el teléfono para pedir una cita con alguna psiquiatra, no, aquello habría sido un craso error. Lo mejor, hicimos de psicoanalistas las dos y descubrimos que sí llevábamos la génesis de ser dos mujeres libres, igual habíamos optado por desmarcarnos y romper los moldes prefabricados, por ejemplo al no desear tener hijos y proseguir nuestra aventura y redescubrimiento particular en solitario y con excesiva paz interior sobre todo. Pues sí, aunque no sepamos ni fumar, ni adoptar esas poses de mujer fatal a lo Greta Garbo o Sharon Stone. Hay días en que ella y yo hacemos de mayores, nos sentimos como disfrazadas evidentemente y con cierto aire de incómoda sofisticación. Ella me decía el otro día, de vestirnos como “señoritas”, como si siguiéramos jugando siempre a las muñecas y en el atuendo externo estuviera el representarnos como tales, serias, formales…Tikis mikis quizás, pero por favor malhumoradas y gruñonas…no. Sonrisas de Signal y pa lante, a morder esa chocolatina dulce que el mundo sigue girando todavía y la eternidad se nos escapa, o a morder esa manzana —que no es lo mismo— si al final siempre nos verán como pecadoras, si transgredir la norma nos convierte en eso. Tipas como nosotras ya no nacen, se rompió el molde.

Seguro sí tendría que apelar a tu indulgencia, de ser alguien comprometido con el mundo y con la vida, además de ser un adulto casi formal y gruñón —a no dudarlo—, para decirte que yo no soy más que una chiquilla, que juega a dárselas de adulta y que no obstante vive la vida a conciencia a pesar de los locos desatinos de seguir amándote y que en verdad sabe poco o casi nada de los juegos adultos de poder y de gruñir menos, claro está.